Todos tenemos emociones, agradables y desagradables, y vivimos en un ambiente que favorece la obesidad y el comer en abundancia. Las emociones, el hambre, el entorno y la obesidad pueden formar un cóctel explosivo, más explosivo que un Gin Tonic.
El deseo que tenemos por la comida, sea cuál sea, tiene una explicación fisiológica y se hace evidente en las conexiones neuronales de tu cerebro. Esto se considera parte del mecanismo de supervivencia que tenemos, que asegura que consumas el suficiente alimento para el mantenimiento y salud corporal. Por eso es bueno diferenciar el Hambre fisiológico del Hambre emocional. El contexto y entorno que tenemos que favorecen a la obesidad no ayuda a controlar el hambre fisiológico del emocional, puesto que cuánta más comida tengas a tu alcance, más comida comerás, puesto que recibes más señales del cerebro que te incitan a hacerlo.
HAMBRE EMOCIONAL
El hambre emocional se relaciona con la ingesta compulsiva y con atracones, y por tanto, con la obesidad y el sobrepeso. Son momentos en los que comes no porqué lleves tiempo sin hacerlo y tu cuerpo necesite reponer energía (hambre fisiológica), sino porqué estás pasando un mal momento y decides recurrir a los alimentos porque crees que se soluciona.
El hambre emocional son momentos que tu cerebro pide que comas porqué estás pasando un mal momento y crees que se soluciona por ese momento de placer que tendrás al comer.
Muchas personas cuando se sienten mal, se enfadan o se encuentran tristes, recurren a alimentos como el chocolate, alimentos ricos en grasas, azúcares… experimentas una intensa sensación de placer a causa de la liberación de endorfinas y dopamina en el cerebro. Esto hace que algunos alimentos sean más apetecibles que otros en el momento que tienes de “bajón”, alimentos que al verlos, se junta con tu emoción, y eres incapaz a resistirte a ellos.
PERO… DESPUÉS DE COMERLOS ¿QUÉ?
Te encuentras triste, enojado, has discutido con tu pareja, con tus padres, con tu hermano…ves el chocolate y no puedes evitar comerlo, puedes llegar a comerte toda la tableta sin que te des cuenta, en ese momento sientes placer, pero después el problema por el que te sientes triste sigue ahí, el trozo de chocolate no ha servido para solucionar el enfado o el problema, al contrario, a menudo empeora tu malestar ya que se suma el sentimiento de culpa por haberte comido ese alimento, con lo cual se suma la desmotivación y la ansiedad.
La comida no sirve para regular emociones, no solucionará tus problemas, en cuánto acaba el placer momentáneo de comer, las emociones anteriores que tenías permanecerán.
El encargado de regular tus emociones eres tú mismo, no el chocolate, ni otro tipo de alimento. Recuerda las emociones que puede provocar los atracones, como el sentimiento de culpa.
¿CÓMO REGULAMOS LAS EMOCIONES?
Primero tienes que conocer tu problema, y tienes que conocer tus emociones que provoca ese problema o esa situación.
¿Qué es una emoción? ¿Podéis contestar esa pregunta? Inténtalo.
Una emoción es un estado del organismo que se caracteriza por una perturbación que predispone a la acción. Una emoción es una respuesta a una situación que ha pasado.
Tenemos emociones positivas (amor, alegría) y emociones negativas (miedo, tristeza, enfado, culpa).
Cada emoción puede tener su solución, o se puede regular a través de una acción emocional positiva.
Hablemos de la emoción del MIEDO. El miedo se siente porque tu organismo te pone en alerta para defenderte de algún peligro.
La CULPA es la respuesta a un error que has cometido.
Las emociones no se pueden reprimir, ni es bueno ocultarlas, porque si las ocultas, pueden resurgir posteriormente con mucha mas fuerza todavía. NO HAY QUE REPRIMIR, SÓLO REGULARLAS.
La regulación de las emociones no se hacen con la comida, ni con atracones que llevan al sentimiento de culpa y a la obesidad y sobrepeso.
EL MIEDO
El Miedo, se puede regular con la Confianza, por ejemplo, el miedo a saltarse un plan de alimentación saludable se regula con la confianza que ese plan es adecuado y confianza en ti mismo que eres capaz de hacerlo. El miedo no es un problema, el problema es qué dejas de hacer a causa del miedo. Dejas de confiar en que puedes conseguir tu propósito, y llega el abandono. El miedo se regula con confianza y seguridad en qué se conseguirá resolver el problema ocurrido.
LA CULPA
Hablemos de la CULPA. La culpa se regula a través del aprendizaje, podemos aprender de un error cometido y regularás el sentimiento de culpa. Por ejemplo, hoy has pasado por delante de una bombonería y no has podido evitar entrar y comprar una caja de bombones, te las comes entera y te sientes culpable… Eso lo arreglas con aprender, la próxima vez no pasarás por delante de la bombonería y evitarás entrar a por más, así evitarás el sentimiento de culpa a partir de lo aprendido.
Escoge las emociones que quieres sentir, y esas emociones positivas te ayudarán a regular las emociones negativas.
Recuerda que la comida, el hambre emocional, no es la solución a tus problemas, solo te ocasionará más emociones negativas. Cuando tengas un problema, después de realizar el atracón, el problema continuará.
Espero que hayamos sido claros al explicar el hambre emocional, las emociones y sus consecuencias.
Autores: Dietista-nutricionista Toni Durán y psicólogo Rubén Mora.
Artículo original de https://tdcnutricion.wordpress.com/
BAJO UNA LICENCIA DE CREATIVE COMMONS RECONOCIMIENTO-NOCOMERCIAL-COMPARTIRIGUAL 4.0 INTERNACIONAL
Bibliografía:
Inteligencia emocional de Daniel Goleman
Coaching para todos. Herramientas para el cambio personal y profesional. De Alex Fiol.
Coaching nutricional. Haz que tu dieta funcione. De Yolanda Fleta y Jaime Giménez
Me parece muy interesante ya que cuando comes por gula es cuando comes por ansiedad y cuando lo estas pasando mal te entra hambre y comes chocolate azucares y todo eso viene de enfermedades como la depresion ansiedades etc...y todo viene de la cabeza .
Entiendo de lo que escribes, Toni, que el hambre emocional se relaciona con la ingesta compulsiva en situaciones en las que necesitamos compensar emociones desagradables. A mi parecer también es frecuente, yo me he criado en esa costumbre, comer copiosamente como premio en momentos de satisfacción. También comer de forma descuidada o en gran cantidad en situaciones de alegría o celebración. Uno lo sabe, sabe que debe cuidarse y poner atención en lo que come, pero cometemos errores y es cierto que después aparecen sentimientos como la culpa... Me resulta interesante el reflexionarlo para aprender de la experiencia.